Cerca del Tajo, en soledad amena,
de verdes sauces hay una espesura,
toda de hiedra revestida y llena
que por el tronco va hasta el altura
y así la teje arriba y encadena
que el sol no halla paso a la verdura;
el agua baña el prado con sonido,
alegrando la hierba y el oído.
Mi vida ahora mismo se resume a estudiarse la literatura renacentista y ha terminarse el libro de
Don Gil de las Calzas Verdes.